🌾 Mi historia con el gluten: cuando el cuerpo grita y nadie escucha

Muchos años viví dentro de un cuerpo que pedía ayuda, pero nadie —ni siquiera los profesionales de la salud— sabía decirme por qué. Lo que para el mundo eran «síntomas sueltos», para mí era una vida que se apagaba poco a poco. Y no, no era exageración. Era mi realidad.

Un comienzo que no parecía tan grave

Todo empezó con algo tan común que nadie le prestó importancia: estreñimiento crónico. A veces tan severo que me sentía inflamada durante días. Pero fue a los 17 años cuando mi cuerpo alzó la voz con más fuerza: me apareció una dermatitis brutal en la cara, tan intensa como inexplicable.
Pasé años y años con médicos, especialistas, pruebas, cremas, tratamientos… y siempre la misma respuesta: “No tienes nada grave”.

Pero yo sí tenía algo, y lo sentía cada día en la piel, en el abdomen, en la mente.

Una vida de síntomas sin respuestas

Con los años llegaron más compañeros de viaje:
🌪 Migrañas
🌪 Dolores de cabeza
🌪 Dolores abdominales
🌪 Gases
🌪 Hinchazón
🌪 Diarrea…
🌪 Y siempre, siempre, la dermatitis
Hasta que un día, todo explotó.

Durante tres semanas sufrí una crisis total de salud. Me encontraba tan mal que pasaba más tiempo en urgencias que en mi propia casa. Sentía que mi cuerpo estaba colapsando… y lo peor era que nadie sabía por qué. Pensaban que era gastroenteritis. Pero pasadas tres semanas me han dicho que la descartan claramente y que debo ir al medico de cabecera porque parece una intolerancia alimentaria. 
Mi médico me dijo literalmente:

“ Si crees que es una intolerancia, ve quitando alimentos uno por uno y a ver si aciertas.”

Así, como si fuera un experimento.

El momento en que tomé las riendas

En lugar de sentirme acompañada, me sentí sola. Pero en esa soledad surgió algo muy potente: una decisión.

Decidí convertirme en investigadora de mi propia salud.
Y en ese camino encontré una palabra que lo cambiaría todo: gluten.

Pregunté. Dudé. Consulté. Mi medico me dijo gritando que no existía tal cosa como “intolerancia al gluten”. Pero algo en mí sabía

 que había que intentarlo.

La prueba que mi cuerpo sí entendió

Decidí eliminar el gluten por completo. No por una dieta, no por moda. Por supervivencia.

Y lo que pasó fue tan fuerte como revelador:
Todos mis síntomas empezaron a desaparecer.
La dermatitis empezó a calmarse, mi barriga dejó de estar en guerra, mi mente volvió a sentirse clara.

Claro, volví a mi medico después de semanas sin consumir gluten y me hizo las pruebas de sangre. Como era de esperar, me salieron negativas, porque yo ya había dejado el gluten. Hasta yo lo sabía. Pero mi medico no. Muy satisfecho, me dijo: » Ves como no tienes nada?».

Más tarde, tras muchas vueltas, me hice pruebas de alergia:

🔬 Resultado positivo: tenía alergia al gluten.

¿Te imaginas lo que sentí?
Años de sufrimiento, médicos, urgencias, incomprensión… y todo por algo que podía haberse detectado antes.

El dolor se convirtió en propósito

Ese fue el punto de inflexión. Desde entonces no paré:

• Estudié alimentación consciente

• Aprendí sobre cocina terapéutica

• Me fascinó el mundo de la microbiota

• Me formé como naturópata

• Estudié medicina energética

• Y sigo aprendiendo, cada día, con el alma encendida

Porque entendí que mi crisis era mi llamada.
Mi cuerpo no estaba roto. Estaba pidiendo una forma distinta de sanar.

¿Por qué te cuento esto?

Porque tal vez tú también estás ahí:
Con síntomas que nadie sabe explicar.
Con diagnósticos vacíos.
Con dolor físico, emocional, invisible.

Y quiero que sepas que no estás sola.
No estás loca.
No estás exagerando.
Estás inflamada, sensible, buscando respuestas.

Yo te entiendo más que nadie porque lo viví.

Y por eso hoy acompaño a mujeres como tú, que necesitan dejar de sentirse confundidas, y empezar a escucharse, a comprenderse y a sanar desde dentro.

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Y si ya sabes que el gluten está presente en tu historia, pero no sabes por dónde empezar, estoy aquí para guiarte.

Tu cuerpo no se equivoca.
Solo necesita que lo escuches de verdad.

Con amor,
Natalia
✨ Sanación holística para una vida plena